CONVIVIR EN ARMONÍA
La influencia de la misericordia ante la nueva realidad
José Efraín Rodríguez Agosto, MPsy, MBA Profesor Conferenciante
La pandemia ha creado grandes retos para el sistema familiar. Sin importar cual sea la composición de nuestro hogar, las presiones que se han generado para todos los integrantes de la casa son abrumadoras. Nuestras rutinas y espacios han cambiado rápida y radicalmente. Antes, llegar al hogar significaba reducir la carga laboral y académica por un instante. Teníamos la esperanza de coger un respiro de la atropellada carrera diaria. Todos gozábamos de cierta individualidad, necesaria para el desarrollo nuestra diferenciación.
Ahora todos esos espacios que operaban en zonas distribuidas y de forma independiente, se consolidan en un solo lugar. Les daré varios ejemplos. Mi esposa y yo, mediante el uso de la tecnología, ahora trabajamos de forma virtual desde el hogar. Esto implicó crear espacios para no tener interferencias en nuestras labores profesionales. Para que nuestros hijos pudieran estudiar desde casa, tuvimos que habilitar áreas en sus cuartos para facilitar sus procesos educativos. Entre muchos otros factores, el coordinar los horarios, roles y tareas nos obligó a crear una estructura para poder atender las necesidades de todos. Aun así, hay veces que los compañeros de trabajo escuchan los comentarios de los niños, los ladridos del perro, entre otros.
Todo esto puede producir estrés y ansiedad cuando nuestros planes diarios se ven interrumpidos por los demás. La combinación de estos factores es la mezcla perfecta para detonar la frustración. Como consecuencia aparece el mal humor, discusiones, violencia y hasta el maltrato. Es aquí cuando nos puede faltar una actitud compresiva, pero todo esto se puede prevenir, leamos algunas sugerencias:
¡Qué bueno es, y qué agradable, que los hermanos convivan en armonía! Allí el Señor ha decretado para su pueblo bendición y vida para siempre (Salmos 133:1 y 3 - RVC)
La primera palabra clave en el texto que acaba de leer es “Convivir”. Vea los siguientes versículos que ponen en contexto algunas de las interacciones intrafamiliares:¿Alguno de ustedes le daría a su hijo una serpiente si él le pidiera un pescado? (Lucas 11:11 - TLA). En todo caso, el esposo debe amar a su esposa, como si se tratara de sí mismo, y la esposa debe respetar a su esposo (Efesios 5:33 - TLA).
En esta nueva realidad donde todas nuestros sistemas de vida se han fusionado, coexistir requiere adquirir tolerancia para poder llegar a acuerdos mediante la empatía con las necesidades las de los demás y las propias. La segunda palabra clave es “En Armonía”. En la siguiente cita reflexionemos en las consecuencias de no practicar la mediación en medio los retos de convivencia: Si los miembros de una familia pelean entre ellos, la familia será destruida (Lucas 11:17 – TLA)
Lograr un equilibrio implica ser consientes de la influencia que tiene nuestras conductas sobre las demás personas. Algunas de las discordias en el hogar surgen como consecuencia de la escasa habilidad para la resolución de los problemas. Esto impacta la capacidad de los miembros de la familia para responder de forma acertada (Glasser).
Si usted ha leído hasta aquí, es mi objetivo que comprenda que aportar a las buenas relaciones no solo depende de ponernos en los zapatos de otros. Para que los vínculos maduren, requiere que caminé con esos zapatos. Es decir, tomar acciones concretas y no quedarnos en la consideración de los conceptos. El tamaño de nuestros pies, el modo de caminar y forma que adquiere nuestro calzado es única. Al intercambiar nuestros zapatos la experiencia cambia. En este punto nace la misericordia, haciéndose real la disposición de la mente y la personalidad, para manifestar el carácter de Dios padre en nosotros. Veamos la evidencia:
En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto (Gálatas 5:22-23 - TLA).
Fíjese que el Espíritu Santo es la horma de nuestros zapatos, y el amor es el calzador. Uno le da forma a nuestro espíritu y el otro nos permite encajar perfectamente en nuestras relaciones. El Espíritu Santo y el amor son los requisitos que nos permitirán actuar con misericordia. Y solo mediante ellos es que se manifestarán nuestras mayores virtudes en nuestros procesos. Convivir en armonía trae beneficios a nuestro estilo de vida, entre los que se pueden mencionar: el respeto de las fronteras relacionales, los apegos saludables y una estructura familiar sólida (Minuchin, Brown).
Y al ver a aquel hombre tirado en el suelo, le tuvo compasión. Se acercó, sanó sus heridas con vino y aceite, y le puso vendas. Lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó (Lucas 10:33-34 - TLA).
--Anda y haz tú lo mismo (Jesús).
Ahora todos esos espacios que operaban en zonas distribuidas y de forma independiente, se consolidan en un solo lugar. Les daré varios ejemplos. Mi esposa y yo, mediante el uso de la tecnología, ahora trabajamos de forma virtual desde el hogar. Esto implicó crear espacios para no tener interferencias en nuestras labores profesionales. Para que nuestros hijos pudieran estudiar desde casa, tuvimos que habilitar áreas en sus cuartos para facilitar sus procesos educativos. Entre muchos otros factores, el coordinar los horarios, roles y tareas nos obligó a crear una estructura para poder atender las necesidades de todos. Aun así, hay veces que los compañeros de trabajo escuchan los comentarios de los niños, los ladridos del perro, entre otros.
Todo esto puede producir estrés y ansiedad cuando nuestros planes diarios se ven interrumpidos por los demás. La combinación de estos factores es la mezcla perfecta para detonar la frustración. Como consecuencia aparece el mal humor, discusiones, violencia y hasta el maltrato. Es aquí cuando nos puede faltar una actitud compresiva, pero todo esto se puede prevenir, leamos algunas sugerencias:
¡Qué bueno es, y qué agradable, que los hermanos convivan en armonía! Allí el Señor ha decretado para su pueblo bendición y vida para siempre (Salmos 133:1 y 3 - RVC)
La primera palabra clave en el texto que acaba de leer es “Convivir”. Vea los siguientes versículos que ponen en contexto algunas de las interacciones intrafamiliares:¿Alguno de ustedes le daría a su hijo una serpiente si él le pidiera un pescado? (Lucas 11:11 - TLA). En todo caso, el esposo debe amar a su esposa, como si se tratara de sí mismo, y la esposa debe respetar a su esposo (Efesios 5:33 - TLA).
En esta nueva realidad donde todas nuestros sistemas de vida se han fusionado, coexistir requiere adquirir tolerancia para poder llegar a acuerdos mediante la empatía con las necesidades las de los demás y las propias. La segunda palabra clave es “En Armonía”. En la siguiente cita reflexionemos en las consecuencias de no practicar la mediación en medio los retos de convivencia: Si los miembros de una familia pelean entre ellos, la familia será destruida (Lucas 11:17 – TLA)
Lograr un equilibrio implica ser consientes de la influencia que tiene nuestras conductas sobre las demás personas. Algunas de las discordias en el hogar surgen como consecuencia de la escasa habilidad para la resolución de los problemas. Esto impacta la capacidad de los miembros de la familia para responder de forma acertada (Glasser).
Si usted ha leído hasta aquí, es mi objetivo que comprenda que aportar a las buenas relaciones no solo depende de ponernos en los zapatos de otros. Para que los vínculos maduren, requiere que caminé con esos zapatos. Es decir, tomar acciones concretas y no quedarnos en la consideración de los conceptos. El tamaño de nuestros pies, el modo de caminar y forma que adquiere nuestro calzado es única. Al intercambiar nuestros zapatos la experiencia cambia. En este punto nace la misericordia, haciéndose real la disposición de la mente y la personalidad, para manifestar el carácter de Dios padre en nosotros. Veamos la evidencia:
En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto (Gálatas 5:22-23 - TLA).
Fíjese que el Espíritu Santo es la horma de nuestros zapatos, y el amor es el calzador. Uno le da forma a nuestro espíritu y el otro nos permite encajar perfectamente en nuestras relaciones. El Espíritu Santo y el amor son los requisitos que nos permitirán actuar con misericordia. Y solo mediante ellos es que se manifestarán nuestras mayores virtudes en nuestros procesos. Convivir en armonía trae beneficios a nuestro estilo de vida, entre los que se pueden mencionar: el respeto de las fronteras relacionales, los apegos saludables y una estructura familiar sólida (Minuchin, Brown).
Y al ver a aquel hombre tirado en el suelo, le tuvo compasión. Se acercó, sanó sus heridas con vino y aceite, y le puso vendas. Lo subió sobre su burro, lo llevó a un pequeño hotel y allí lo cuidó (Lucas 10:33-34 - TLA).
--Anda y haz tú lo mismo (Jesús).