La importancia de expresar amor en la familia
Francisco J. Carrillo Pérez M.S., M.P.S., PhD
En tiempos recientes los avances científicos y tecnológicos han creado condiciones nuevas que los adultos de hoy y las generaciones que nos antecedieron no habíamos tenido. En un marcado contraste; y a veinte años del nuevo milenio, para la generación que emerge parece muy normal iniciar y mantener una relación con otra persona sin tan siquiera haberse visto personalmente, ni haber tenido algún contacto físico. Aunque indudablemente tiene un valor extraordinario el que dos personas o más en lados opuestos del globo terráqueo ligados a una causa o interés común se encuentren por medio de alguna de las plataformas sociales; tal parece que como consecuencia de estos tiempos la calidad en las expresiones afectivas en las que el contacto visual en persona y las expresiones físicas de afecto (como los besos, los abrazos entre otras) podrían estar en camino a convertirse en expresiones insípidas o sin el sabor de las generaciones que nos han antecedido. Más aún, cuando vemos que cada vez más los procesos que antes ocurrían en contextos de relaciones entre personas como: ir de compras, hacer un orden de algún servicio, el hacer negocios, buscar empleo y muchas otras se han convertido en interacciones impersonales de tipo “on line”; llegamos a pensar que la calidad de expresar afecto tal como lo hacíamos antes, con el tiempo podría verse algo opacada.
Sin embargo, el mantener la calidad de expresar amor no debe estar determinada por los avances de estos tiempos, sino más bien por las experiencias que nutren y dan significado a la familia. La importancia que tiene expresar amor en la familia se encuentra claramente trazada desde antes de nacer. Como es sabido, los hijos inician su travesía a la vida como receptores del amor de su familia antes de la gestación. Durante este periodo los padres, en consenso, se aseguran de planificar y proveer las mejores condiciones en amor que les ayuden al sano y pleno desarrollo del bebé por venir. Una vez ocurre la gestación, el alto nivel o calidad de cuidado pre-natal que lleva la madre es determinante no únicamente para la salud física del bebé; sino también para la salud general o integral de este. La ausencia o pobre calidad de este cuidado de amor podría tener repercusiones irreversibles en su desarrollo.
En la etapa de la niñez la calidad de expresión de amor por parte de los padres no es muy distinta. Los padres, que se encuentran haciendo ajustes para acomodarse a la paternidad, expresan su amor mediante las acciones de cuidado a sus hijos. Este cuidado no se limita a decirles que son amados, a darles besos, caricias, al cuidado de su salud y desarrollo, sino que trasciende en la forma de valores y principios que los padres les van inculcando a través de la corrección. Cultivar valores como respeto a los demás, respeto propio, responsabilidad, humildad, gratitud y honestidad no se desarrollan en los niños por sí solos. Tras estos valores debe haber un esfuerzo de amor por parte de los padres que permita el fuerte desarrollo de estos principios como si fueran parte de un currículo de enseñanza.
Al llegar la adolescencia las expresiones de amor de los padres a los hijos adquieren dimensiones noveles. Aunque, las expresiones afectivas de amor como la reafirmación de que son amados, los besos y los abrazos deben seguir rigiendo la relaciones entre ellos, surgen nuevos desafíos. El desarrollo de la personalidad, las preferencias y estilos en los adolescentes les proponen a los padres el uso de nuevas estrategias que aplicadas con mucha sabiduría pueden hacer que sus hijos entiendan que los aman. La calidad afectiva en esta etapa debe incluir el apoyarlos en sus intereses, participar activamente con ellos, hacerse presente en sus actividades y compromisos, reconocer sus esfuerzos, expresar orgullo de sus logros, animarlos en sus fracasos, entre otras acciones que les haga saber a ellos cuánto se les ama.
La importancia de vivir en amor en familia recae en los padres. Ante al avasallante paso del llamado progreso y la amenaza que supone para la calidad en las expresiones afectivas corresponde a estos estar conscientes de la importancia de su rol, de ocuparse activamente de poner en práctica la amplia gama de expresiones de amor y de reconocer los efectos y las repercusiones de no proveer espacios de expresar y no resaltar el valor del amor en familia. De la misma forma es esencial comprender que ambos padres deben asumir su responsabilidad en conjunto. Ambos deben complementarse en la gestión de amar a los hijos conduciéndose como modelos y vivos ejemplos de expresar amor con ellos y con las demás personas, pero también entre ellos como esposos en todo momento. Expresando amor unos a otros en familia honramos a Dios “por que el amor es de Dios” (1 Juan 4.7). Haciendo esto, como recompensa, Él nos bendice con el pleno disfrute, la alegría y la satisfacción de lograr tener hogares felices conforme a lo que ha dispuesto en la familia para todos.
En tiempos recientes los avances científicos y tecnológicos han creado condiciones nuevas que los adultos de hoy y las generaciones que nos antecedieron no habíamos tenido. En un marcado contraste; y a veinte años del nuevo milenio, para la generación que emerge parece muy normal iniciar y mantener una relación con otra persona sin tan siquiera haberse visto personalmente, ni haber tenido algún contacto físico. Aunque indudablemente tiene un valor extraordinario el que dos personas o más en lados opuestos del globo terráqueo ligados a una causa o interés común se encuentren por medio de alguna de las plataformas sociales; tal parece que como consecuencia de estos tiempos la calidad en las expresiones afectivas en las que el contacto visual en persona y las expresiones físicas de afecto (como los besos, los abrazos entre otras) podrían estar en camino a convertirse en expresiones insípidas o sin el sabor de las generaciones que nos han antecedido. Más aún, cuando vemos que cada vez más los procesos que antes ocurrían en contextos de relaciones entre personas como: ir de compras, hacer un orden de algún servicio, el hacer negocios, buscar empleo y muchas otras se han convertido en interacciones impersonales de tipo “on line”; llegamos a pensar que la calidad de expresar afecto tal como lo hacíamos antes, con el tiempo podría verse algo opacada.
Sin embargo, el mantener la calidad de expresar amor no debe estar determinada por los avances de estos tiempos, sino más bien por las experiencias que nutren y dan significado a la familia. La importancia que tiene expresar amor en la familia se encuentra claramente trazada desde antes de nacer. Como es sabido, los hijos inician su travesía a la vida como receptores del amor de su familia antes de la gestación. Durante este periodo los padres, en consenso, se aseguran de planificar y proveer las mejores condiciones en amor que les ayuden al sano y pleno desarrollo del bebé por venir. Una vez ocurre la gestación, el alto nivel o calidad de cuidado pre-natal que lleva la madre es determinante no únicamente para la salud física del bebé; sino también para la salud general o integral de este. La ausencia o pobre calidad de este cuidado de amor podría tener repercusiones irreversibles en su desarrollo.
En la etapa de la niñez la calidad de expresión de amor por parte de los padres no es muy distinta. Los padres, que se encuentran haciendo ajustes para acomodarse a la paternidad, expresan su amor mediante las acciones de cuidado a sus hijos. Este cuidado no se limita a decirles que son amados, a darles besos, caricias, al cuidado de su salud y desarrollo, sino que trasciende en la forma de valores y principios que los padres les van inculcando a través de la corrección. Cultivar valores como respeto a los demás, respeto propio, responsabilidad, humildad, gratitud y honestidad no se desarrollan en los niños por sí solos. Tras estos valores debe haber un esfuerzo de amor por parte de los padres que permita el fuerte desarrollo de estos principios como si fueran parte de un currículo de enseñanza.
Al llegar la adolescencia las expresiones de amor de los padres a los hijos adquieren dimensiones noveles. Aunque, las expresiones afectivas de amor como la reafirmación de que son amados, los besos y los abrazos deben seguir rigiendo la relaciones entre ellos, surgen nuevos desafíos. El desarrollo de la personalidad, las preferencias y estilos en los adolescentes les proponen a los padres el uso de nuevas estrategias que aplicadas con mucha sabiduría pueden hacer que sus hijos entiendan que los aman. La calidad afectiva en esta etapa debe incluir el apoyarlos en sus intereses, participar activamente con ellos, hacerse presente en sus actividades y compromisos, reconocer sus esfuerzos, expresar orgullo de sus logros, animarlos en sus fracasos, entre otras acciones que les haga saber a ellos cuánto se les ama.
La importancia de vivir en amor en familia recae en los padres. Ante al avasallante paso del llamado progreso y la amenaza que supone para la calidad en las expresiones afectivas corresponde a estos estar conscientes de la importancia de su rol, de ocuparse activamente de poner en práctica la amplia gama de expresiones de amor y de reconocer los efectos y las repercusiones de no proveer espacios de expresar y no resaltar el valor del amor en familia. De la misma forma es esencial comprender que ambos padres deben asumir su responsabilidad en conjunto. Ambos deben complementarse en la gestión de amar a los hijos conduciéndose como modelos y vivos ejemplos de expresar amor con ellos y con las demás personas, pero también entre ellos como esposos en todo momento. Expresando amor unos a otros en familia honramos a Dios “por que el amor es de Dios” (1 Juan 4.7). Haciendo esto, como recompensa, Él nos bendice con el pleno disfrute, la alegría y la satisfacción de lograr tener hogares felices conforme a lo que ha dispuesto en la familia para todos.