Padres que siembran
por Johelyan Fernández

El aprendizaje es un cambio perdurable en la conducta o en la capacidad de comportarse de cierta manera, el cual es resultado de la práctica o de otras formas de experiencia. (Schunk, 2012) Esta definición recoge dos elementos esenciales de las teorías de aprendizaje: el modelamiento y la experiencia. Aunque el aprendizaje es un proceso complejo a nivel de los procesos cerebrales, la literatura coincide que el modelaje y la experiencia son medios principales para que ocurra el mismo. Cuando hablamos por ejemplo, del rol del padre en el aprendizaje modelado, podemos señalar los valores y las normas morales. Al nuestros hijos vernos practicar los mismos y observar las consecuencias positiva que acarrean, aprenden a practicarlos ellos también.
Cuando tomamos conciencia del rol tan importante que poseemos como padres en la vida de nuestros hijos, es inevitable el apoderarnos de nuestra autoridad y con amor y propósitos, enseñar la verdad. Somos llamados en Proverbios 22:6 a instruir a los niños en el camino correcto, de esta manera aún en su vejez o momentos no se apartaran de el. La verdad que revela este versiculo es que la influencia que ejerce el padre en la vida del niño tiene un impacto para toda la vida. El llamado a gritos es a sembrar. Desde que nacen nuestros niños debemos ocuparnos intencionalmente en diriguir sus vidas hacia toda verdad y justicia, y modelarle una vida ejemplar que les envie un mensaje coherente entre lo que decimos y hacemos. La Biblia lo dice, y la ciencia lo confirma, el aprendizaje es el medio que Dios nos regaló para cultivar generaciones de fe, de amor y con propósitos e identidad. No podemos menospreciar este don es indelegable. Ni el Estado ni nadie tiene potestad sobre la semilla que se siembra en nuestra niñez. Tenemos en nuestras manos la potestad de bendecir, encaminar, empoderar, etc., a una generación que se levanta. Las analogías Biblícas acerca de la siembra tiene algo en común, y es que siempre habrá una cosecha. Ahora bien, queda de nosotros tener cuidado de que sembramos para que la cosecha sea buena.
Dios nos llama a sembrar en nuestros hijos la semilla del aprendizaje de la verdad. Es un proceso un proceso dificíl, es la puerta estrecha, pero el Dios soberano nos dota de sabiduría y constancia para lograrlo. No hay mayor recompensa que la que se obtiene de un trabajo sacrificado.
“Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.”
Salmos 126:5-6
Referencia:
Schunk, D.H. (2010). Theories of learning: An educational perspective. (6th edition.) Boston: Allyn and Bacon.
Cuando tomamos conciencia del rol tan importante que poseemos como padres en la vida de nuestros hijos, es inevitable el apoderarnos de nuestra autoridad y con amor y propósitos, enseñar la verdad. Somos llamados en Proverbios 22:6 a instruir a los niños en el camino correcto, de esta manera aún en su vejez o momentos no se apartaran de el. La verdad que revela este versiculo es que la influencia que ejerce el padre en la vida del niño tiene un impacto para toda la vida. El llamado a gritos es a sembrar. Desde que nacen nuestros niños debemos ocuparnos intencionalmente en diriguir sus vidas hacia toda verdad y justicia, y modelarle una vida ejemplar que les envie un mensaje coherente entre lo que decimos y hacemos. La Biblia lo dice, y la ciencia lo confirma, el aprendizaje es el medio que Dios nos regaló para cultivar generaciones de fe, de amor y con propósitos e identidad. No podemos menospreciar este don es indelegable. Ni el Estado ni nadie tiene potestad sobre la semilla que se siembra en nuestra niñez. Tenemos en nuestras manos la potestad de bendecir, encaminar, empoderar, etc., a una generación que se levanta. Las analogías Biblícas acerca de la siembra tiene algo en común, y es que siempre habrá una cosecha. Ahora bien, queda de nosotros tener cuidado de que sembramos para que la cosecha sea buena.
Dios nos llama a sembrar en nuestros hijos la semilla del aprendizaje de la verdad. Es un proceso un proceso dificíl, es la puerta estrecha, pero el Dios soberano nos dota de sabiduría y constancia para lograrlo. No hay mayor recompensa que la que se obtiene de un trabajo sacrificado.
“Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.”
Salmos 126:5-6
Referencia:
Schunk, D.H. (2010). Theories of learning: An educational perspective. (6th edition.) Boston: Allyn and Bacon.