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RELIGIóN vs. RELACIóN
Abandonando la religión como sistema en nuestras familias
por Damaris Pérez

Se estima que existen alrededor de 4,200 religiones vivas en el mundo y otras muchas ya extintas.  Se le llama religión a un conjunto de creencias, de normas de comportamiento, de ceremonias de oración y sacrificio, propias de un determinado grupo y con las que el hombre reconoce una relación con la divinidad (un dios o varios dioses).
La práctica de una religión puede incluir: rituales, sermones, conmemorar o venerar (una deidad o fechas que se consideran especiales), sacrificios, festivales, festines, trances, iniciaciones, oficios funerarios, matrimoniales, meditación, oración, música, arte, danza, servicio comunitario, entre otros aspectos de la cultura humana.  A través de la historia de la humanidad, las religiones se han organizado de diversas formas:  por comportamientos, por estructuras de liderazgo y por lo que cada una define como pertenecer o unirse a ella.  
Existen personas que siguen principios relacionados a diversas religiones al mismo tiempo.  Adoptar elementos de dos o más religiones, aun cuando esos puntos de vista puedan resultar opuestos, se le conoce como sincretismo.  Puede ser desconcertante que se establezca al cristianismo como una religión más y en adición se señale el sincretismo que es arrastrado por quienes la profesan.  Pero la realidad es que el cristianismo tuvo una enorme influencia del paganismo y se puede encontrar basta evidencia.  Si se realiza una búsqueda en Internet de los orígenes de las celebraciones locales o regionales de cada país y el porqué de las fechas en las que han sido establecidas, aceptaríamos cuanta mezcla (cultural-religiosa) existe en lo que las sociedades y aun los cristianos practican o celebran en la actualidad.
Indagar en este tipo de datos históricos y reflexionar en ellos a la luz de la palabra, nos deja ver como un manto de religión y sincretismo ha opacado lo que fue llamado a ser fuente de luz al Mundo.  La religión desvirtuó lo que es vivir Reino y nos corresponde retornar lo que el corazón de Dios palpita para nuestras vidas, nuestras familias, nuestras comunidades, nuestro país y las naciones de la Tierra.
Resulta irónico, pero las religiones con frecuencia no se parecen a la forma de ser, pensar o conducirse de sus fundadores.  Con el pasar del tiempo ocurrió una mutación y sus seguidores, se posicionaron a favor de todo lo contrario a lo que estos defendieron.  Esos fundadores fueron personas con valentía, carisma, inspiradoras, visionarias, sin embargo, sus enseñanzas fueron tornadas en algo muy diferente.  Lo mismo hemos hecho los cristianos, presentando una imagen equivocada de Jesús a los demás.  Es necesario salir de la pesada carga que trae consigo la religiosidad y redescubrir nuestra fe como un modo de vida simple.  Es tiempo de cruzar de la costumbre y los rituales, a un compromiso de vida, en gratitud, para manifestar el Reino.
Se ha confinado a espacios cerrados la práctica de nuestra fe, solo cuando decidamos traspasar dichos espacios a diversos escenarios, comenzaremos a cumplir nuestra encomienda de manera inimaginable.  El sistema religioso consciente o inconscientemente, divide a un pueblo en jerarquías, provocando que el individuo se enaltezca o busque su propio crecimiento, mientras que a otros los convierte en dependientes del propio sistema, relegando la responsabilidad que cargan de ser luz y transformar.  Romper con esas estructuras es apremiante, las generaciones que emergen ya no toleran la religión y no estamos siendo efectivos.
Para mostrar una vida de Reino no necesitamos hablar con jerga religiosa, ni ponerle a todo el apellido de cristiano, eres hijo de Dios y portas su esencia. 
 
Tu vida mostrará quién eres, aunque otros solo vean a Juan el instructor de baloncesto Dios ve a un pastor asignado a la generación que se levanta y que siembra, a través de su relación con ellos, disciplina, retos, metas y verdades eternas.
 
Dios determino a cada uno de nosotros a un escenario diferente, pero espera que en cada uno manifestemos lo que somos y que sin religiosidad expandamos su Reino, llevemos las buenas noticias. 
Ramon es ambientalista y como hijo de Dios sabe que la creación nos fue entregada para ser bien administrada.  Recibe un diseño para educar en la conservación de los recursos, además de tomar acción para restaurar lo que ya ha sufrido daño.  Tiene convocatoria para que otros se unan a su esfuerzo e igualmente aporten a sanar el lugar en que vivimos.
Dios les entregó dones y no tenemos que convertirnos en seres místicos para ponerlos en ejecución.  No hay que estar en una tarima, con música de fondo, para que Dios te muestre algo de alguien, tampoco tienes que decirle, he aquí te dice Dios, para comunicarle un mensaje; pero puedes sentir esa palabra y de forma natural decirle a alguien, todo va a estar bien, eres muy especial y será igual de edificante, porque eres la boca de Dios.
Puedes ser maestro de matemáticas, tener un estudiante a tu cargo y Dios mostrarte lo que esta viviendo y darte las estrategias para relacionarte con él y ayudarlo.  El Espíritu Santo te da discernimiento en todo tiempo y lugar, no se circunscribe a espacio físico alguno.
Cada uno de nosotros está llamado a compartir las buenas noticias en diversos escenarios de ejecución, es allí donde somos ministramos del Reino.  No tiene que ver nada con un servicio dominical y funciones con títulos que envanecen. 
Igualmente, eres maestro cuando crías a tus hijos en el temor de Dios (que en nada se relaciona con miedo). 
Eres evangelista cuando otros ven la bendición que cargas y como todo obra para bien en tu vida. 
Eres apóstol cuando llega a tu mente un diseño del cielo y reunes todos los recursos necesarios y convocas a otros para establecer ese diseño y ejecutarlo.
El apostolado no es el máximo título dentro de los inventos de jerarquías religiosas o eclesiásticas, sino parte del fundamento, para que otros a su vez puedan tener plataformas de ejecución.  Para que su Iglesia pueda ser funcional y efectiva.
Temporada de Éxodo
Estamos viviendo un tiempo de descenso (general) de la práctica religiosa tradicional.  Esto no significa un retroceso, sino un cambio que provoca el mismo Espíritu Santo, un cambio de mentalidad, de estructuras para que haya una ampliación de territorio y evidenciemos manifestación.  Una transformación que va de una fe social y culturalmente heredada, a una fe asumida, que solo busca una relación genuina con Dios.
No solo cambiaran las prácticas y ejecución de los Hijos de Dios, sino que resultará en la manifestación plena de su Ecclesía.  En esencia cambiara lo que es Dios para nosotros, teniendo una comprensión más clara de sus propósitos para con nuestras vidas dentro de su plan eterno.  Sin experiencia íntima y personal simplemente entramos en estadísticas como personas que practican una religión más.
Todos de una forma u otra hemos vivido practicando alguna religión, pero la religión no es suficiente.  El Reino de Dios no es el edificio al que llamamos erróneamente Iglesia, tampoco está lejano en el cielo. El Reino de Dios tiene que ver con el establecimiento de su verdad en nosotros y su gobierno sobre nuestras vidas, para que pueda ser expandido a través de sus hijos por toda la Tierra.
 
Un éxodo se produce cuando un pueblo o grupo de personas se ve forzado a salir o abandonar su tierra por una razón de fuerza mayor.  Si repasamos las escrituras, un proceso de liberación comenzó con el enfrentamiento entre Moisés y el Faraón.  Moisés fue el portavoz de Dios en su trato con el Faraón.  Veamos a Faraón como tipo de los sistemas de este mundo que oprimen, a Egipto como nuestro entorno y la forma en que pretende deleitarnos, pero a su vez esclavizarnos.  Y a Moisés, tipo de Cristo, que libra a su pueblo y lo mueve hacia la promesa.
La pretensión del “Faraón” es que podemos seguir adorando a Dios “sin necesidad” de salir de “Egipto”.  No podemos negociar con Faraón, ni desear los manjares de Egipto.  El desierto de la religión ha mantenido a los hijos de Dios, por bastante tiempo, divagando en círculos, pero es tiempo de cruce y conquista, de que las murallas sean derrumbadas para disfrutar desde lo que ya está a nuestra disposición. 
PROMESA de territorio y descendencia
El pacto que Dios hizo con Abraham fue renovado con su hijo Isaac y luego con Jacob y sus generaciones.
Génesis 26:3
Dios le dice a Isaac: "A ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré contigo el juramento que juré a tu padre Abraham". Y luego, al hijo de Isaac, Jacob. Dios apareció en Betel Y le confirmó el pacto.
Génesis 28:13-15
"Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. También tu descendencia será como el polvo de la tierra . . . y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas".
En ese momento, Jacob no podía pensar que iría a Egipto y que por cuatrocientos años sus descendientes serían esclavos, y que la promesa permanecería en una especie de pausa hasta que fuese confirmada nuevamente con Moisés. No permitamos que nuestros hijos sean esclavos de los sistemas del mundo, incluyendo entre estos a la religión. 
Removiendo los falsos constructos que paralizan
La diferencia no está en pertenecer o no a una denominación o congregación determinada, sino en entender el diseño de Dios para con nosotros y que nos llama a vivir en una relación con El.  Desde el principio su modelo fue construido a través de relaciones.  Relación es la correspondencia, trato, unión o conexión que hay entre dos o más cosas o personas.
Creo al hombre y a la mujer para ser compañeros y les entrego todo cuanto necesitaban para vivir en una tierra donde tenían constante relación con Dios.  Aunque esa cercanía se perdió por el pecado, Jesús vino a abolir el pecado y a devolver ese acceso al Padre.  Una vez entendemos esto, somos alumbrados con la verdad de que sus diseños no han expirado y que el anhelo de Dios en la relación hombre y mujer fue para que surgiera vida. 
 La familia fue y es el modelo para edificación de la sociedad y es necesario rescatar ese diseño.  El avance del Reino de los Cielos solo es posible a través de una relación con Dios, una relación con nuestros cónyuges, de las relaciones paterno-filiales y de relacionarnos con el prójimo en diversos escenarios.  No hay duda de que, desde el principio, todo se estableció sobre las relaciones.
Para que un gobierno o reino exista, necesitamos saber quien esta en control de todo.
Jesús hizo todo lo necesario para que podamos disfrutar de una relación personal con El.  No existe religión que pueda igualar esa promesa.
Hechos 17:24-26
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
Sino en nosotros
25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
Por su gracia somos herederos y colaboradores del Reino Eterno de Dios.
26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;
Por Él fue establecido el momento exacto para que existiésemos en la tierra, de igual forma el tiempo que habitaremos en ella.  Nos entregó dones para manifestar su gloria, no para vanagloria nuestra.
Que nuestros hijos puedan crecer en una relación con Dios y apartados de la religión es indispensable para que puedan ser efectivos en su misión durante el tiempo que se les determinó vivir en este Mundo.  Que puedan tener claro que somos la Iglesia, su cuerpo en la Tierra, que Dios como cabeza, nos da instrucciones, nos deja entender su forma de pensar y desea que seamos relevantes en cada lugar que nos coloca.  La Iglesia Primitiva fue relevante porque alcanzó la comunidad, trastocó su entorno.  Levantemos a nuestros hijos para que puedan ser revolucionarios, reformadores y edificadores del Reino.
En este momento muchos aborrecen la religión, porque Jesús no vino a traer religión.  Las generaciones más jóvenes persiguen relaciones auténticas, de respeto mutuo, que les permitan expresarse, ser escuchados y juntos crecer en el conocimiento de Dios y unidos impactar las Naciones.  Esa es la forma orgánica de expandir el Reino, exactamente lo que debe ocurrir en el núcleo familiar.  Si desde las familias decidimos abandonar la religión como sistema, veremos un cambio sin precedentes en la sociedad.
Es tiempo de decir basta a patrones de burocracia eclesiástica, a la desconexión entre lo que se enseña o se predica para poder ser efectivos en la cotidianidad de la vida. Es tiempo de comenzar a vivir un evangelio de buenas noticias.  Cuando lo hagamos mostraremos a otros la forma en que pueden experimentar una relación con Dios, más allá de sistemas basados en aceptación, control y sumisión. 
Decretamos ¡Tiempo de Éxodo!  
Faraón ya no te puede oprimir, tus ojos son abiertos y comienzas a ver como Dios ve, encamina a toda tu familia a vivir en la promesa.  Posee la Tierra, degusta y comparte lo que Dios hace mucho tiempo te entregó.  Avancemos y pasemos del desierto de la religión hacia una temporada de cambio donde de una vez y por todas caen las murallas y se accesa el territorio de la promesa.
 
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